Los factores económicos no son variables aisladas que sobreviven flotando entre escombros. La economía es una suerte de complejo sistema que se sostiene como una gran manta tomada en los extremos con todas las manos posible. Si una de las manos, suelta la manta, es posible que lo que haya arriba caiga estrepitosamente.
Es más o menos la situación que está ocurriendo en el sector inmobiliario.
La caída de las ventas, es tema que viene ocurriendo en los 3 últimos años, el cepo cambiario, que implicaría sostener precios en moneda local, no parece posible para este negocio que desde hace años mantenía dolarizado los precios, la razón es la depreciación de la moneda local.
La situación ha provocado un desequilibrio notable, que ha provocado que muchas empresas inmobiliarias cerraran sus puertas, alguna definitivamente, otras, por un tiempo, hasta que las condiciones despejen la incertidumbre.
Las escrituras por compras están prácticamente extinguidas, de manera que quedan las mismas opciones para todos: alquileres.
La plaza, no es tan grande para que, de repente, todas mas firmas puedan absorber las plazas disponibles, ni aún en época de vacaciones, las que históricamente ya están colocadas en las empresas que se dedican a ello desde hace tiempo.
Las empresas inmobiliarias, han salido a la calle a buscar al cliente, nunca más que antes hay que estar vigilantes de las oportunidades.
Sin embargo, la situación tampoco es tan buena, las condiciones para los dueños que hacen preferir una que otra empresa, es sencilla: o montos más apetecibles o empresas con gran prestigio y confianza que les asegure que la propiedad contará con un inquilino solvente, además de cuidadoso, que pueda enfrentar posibles deterioro producidos por el propio inquilino, y a su vez que el monto que recibe le permita mantener la propiedad en óptimas condiciones a la espera que el mercado de compra venta se vuelva favorable.
Qué cabe esperar para el sector, en más de 3 años en franca caída libre, sencillamente no se ha dado la especulación del gobierno, que los inmuebles se pesifiquen o mueran en el intento. Es una guerra de desgaste, al que las empresas inmobiliarias ya demostraron que no cederán.
La mayoría, prefirió cerrar puertas, esperar y pelear por el mínimo mercado, el de alquileres, que les permita sostener la vela, hasta ¿cuándo?, ¿cuál es el próximo paso, antes la situación?
No parece que haya ninguna señal, ni del gobierno por ayudar al proceso, ni del sector por empezar a cambiar la política dolarizada de ventas, claro que el problema no es de las inmobiliarias, sino de los dueños que no quieren vender en pesos lo que compraron en dólares, la razón es obvia.
Las pocas áreas de asesoría inmobiliarias tendrán que agotar sus recursos, pero sin importar qué proponga, la realidad es que nadie sabe con exactitud cuál es el mejor negocio, la mayoría sólo puede limitarse a sostener la situación, sencillamente sin pérdidas, y ya se puede dar por satisfecho.
Las pocas inmobiliarias que quedan a puestas abiertas, se limitan a contestar teléfonos y a disfrutar de un salón vacío donde el ingreso de clientes es excepcional, y complejo, las propiedades están, el problema es encontrar el modo de acercamiento entre el comprador y el vendedor que habilite la operación.
La situación ha alterado también la negociación de los alquileres, las inmobiliarias ha disminuido el porcentaje que recibe para conseguir más propiedades para ofrecer, y los dueños a su vez, resignan los dos meses de anticipo a uno, para facilitar el acceso.
En la compra y venta, el modelo de Fideicomisos en pesos es lo que funciona cuando el emprendimiento es a su vez la desarrolladora, además de la inmobiliaria.
Como se ve, un escenario en donde se ha soltado la manta por varias manos, no se sabe qué se caerá luego de ello.